lunes, 16 de mayo de 2011

El Museo Nacional del Palacio en Taiwán es un centro importante de activa proyección cultural

Por: Ingrid González de Rodríguez

Situado en una ladera en forma de parque en los suburbios de Taipei, a sólo 20 minutos del centro de la ciudad se encuentra ubicado “El Museo Nacional del Palacio” de Taiwán una extraordinaria muestra de conjunto arquitectónico que incorpora los aspectos histórico y artístico de la cultura China.

Construido en un estilo clásico, el museo fue abierto al público en 1965 desde entonces 2.8 millones de personas lo visitan anualmente para deleitarse en la observación de sus tesoros patrimoniales formados por una colección permanente que alberga 650.000 piezas de arte, artefactos, objetos y artesanías antiguas de alta calidad estética reunidas por distintos emperadores chinos.

Piezas de 5.000 mil años de antigüedad reúnen varios períodos, que van desde el neolítico hasta la última dinastía Ching, o desde la dinastía Sung que exalta la belleza y la simplicidad de la naturaleza, hasta la dinastía Ming con su porcelana de alegre colorido y rico diseño.

Impresionante en su belleza de conjunto es una experiencia inolvidable recorrer “El Museo Nacional del Palacio” que logra conmover el alma de los espectadores del siglo XXI con su impresionante colección de tesoros artísticos, pues el arte es una síntesis de sentimiento y pensamiento; creatividad e imaginación, las obras de arte son manifestaciones representativas de lo humano, resultan del estado general del espíritu y las costumbres de una época y el genio creador del artista.

Una de las funciones básicas de las instituciones museográficas es dar a conocer al público los bienes patrimoniales que custodian, haciéndolos accesibles al público. Pero difundir no es únicamente comunicar la información relativa a un objeto o lugar, es estimular, hacer reflexionar, educar. En este orden, el programa de catalogación y conservación que realiza esta emblemática institución promueve el conocimiento cuantitativo y cualitativo de una cultura milenaria de gran importancia en la historia de la humanidad.

martes, 3 de mayo de 2011

La Narrativa de Sábato Expone su Preocupación por el Ser Humano




Falleció a la edad de 99 años en su residencia de Santos Lugares, en la provincia de Buenos Aires, el novelista, científico, ensayista y periodista argentino Ernesto Sábato, luego de varios meses de padecimientos de salud.

En vida recibió importantes premios y condecoraciones, por su obra de hondo sentido filosófico y altos valores estéticos.

Nació en Rojas, provincia de Buenos Aires, en 1911. Físico notable, hizo su doctorado en ciencias en la Universidad de la Plata en su natal Argentina, desde allí partió a París,dónde trabajó en radiaciones atómicas en el laboratorio Curie, abandonando definitivamente las ciencias en 1945 para dedicarse exclusivamente a la literatura, dónde dejó sentir su formación científica, su contacto con el surrealismo que le vino de sus años en París, y la influencia del pensamiento de Bouber Y Mounier, para su defensa incondicional de la justicia social y la democracia.

Breve pero vasta, su obra representa un gran aporte a la literatura hispanoamericana y universal: Es autor de 3 novelas, El Túnel (1948), Sobre Héroes y Tumbas (1961) y Abaddón el Exterminador (1974), además de un conjunto de ensayos, en los cuales proclama la crisis total del hombre marcada por los dolorosos dilemas de la condición humana: Soledad, incomunicación, muerte, mal, esperanza, ansia de poder, búsqueda de absoluto, sentido o sinsentido de la existencia, presencia o ausencia de Dios”

La narrativa de Sábato busca obsesivamente respuesta a las incógnitas de la existencia humana,adentrándose en la exploración psicológica, y la posición existencialista conducen a sus protagonistas al vacío de un abismo desesperanzado. Sin embargo, al final del túnel hay una luz: el impulso personal y la libertad de elección por una sociedad menos egoísta y más humanizada.

El tono de “El Túnel” fluye con el de las obras maestras de la literatura existencialista. Por ello fue uno de los relatos hispanoamericanos del siglo XX con notable trascendencia internacional. Es una bella e inquietante reflexión sobre la soledad y la incomunicación.

Como modelo del género ensayístico en su obra destacan “Uno y el Universo” (1945), “Hombres y Engranajes” (1951), y “El escritor y sus Fantasmas” (1963).
La saliente cualidad de estos ensayos es su interés de lectura. Están escritos con singular profundidad y armonía, conjugando la ternura con la sátira y el humor negro. A leerlos, nos envuelve el tono fuertemente poético y jugoso de la prosa y su meditación, una sugestiva combinación de palabras que gracias al empleo de imágenes descriptivas logra transmitir la desesperada angustia que palpita en las palabras. Con una hondura particular Sábato da vida a personajes y hechos, creando una obra de formidables valores expresivos.