lunes, 19 de septiembre de 2011

Korea ofrece al viajero un imponente conjunto de bellos paisajes

por:Ingrid González de Rodríguez

Korea tiene mucho que ofrecer al visitante: Un imponente conjunto de bellos paisajes y un singular paisaje cultural e histórico formado por templos, santuarios, pagodas, sitios arqueológicos y fortalezas. En Seúl, el pasado y el presente conviven de una manera armónica, especialmente si recordamos el gran gigante tecnológico que es este país, productor en serie a nivel global de autos, electro-domésticos, motores, y equipo mecanizado de alta precisión para la industria y la agricultura mundial.

Lo visitamos hace algunos años correspondiendo a la amable invitación que nos hiciera en Shangai -durante la celebración de la Convención Trienal de la Asociación Internacional de Presidentes de Universidades (IAUP) nuestro buen amigo el doctor Se Ung Lee, embajador de buena voluntad y gran líder en el mundo educativo y empresarial para conocer su país, Korea del sur.

Nos dirigimos en un enorme Boeing de la Korean Airlines, desde el aeropuerto Jhon F. Kennedy de Nueva York, hasta el aeropuerto Internacional de Seúl y después de dieciocho horas de vuelo, que nos trasladaron al otro lado del planeta, llegamos a Seúl.

Ubicada en el sur de la península de Korea al nordeste del continente Asiático, al llegar, entramos en contacto con 4,300 años de historia y la gloria de un pasado legendario que perfila esta ciudad como una de las capitales mas antiguas del mundo.

A la vez observamos una modernidad y un desarrollo urbanístico fascinante que se traduce en la visión de una ciudad sembrada de grandes rascacielos de hormigón, vidrio y acero, pintados de delicados tonos de colores pasteles, ubicados con un patrón en referencia al funcionalismo de las ciudades modernas y cosmopolitas.

Una gran urbe en la que habitan varios millones de personas.
Gigantescos puentes de acero y hormigón cruzan la ciudad de un lado a otro, atravesando los ríos más importantes del país: el Han, Kum y Naktong. A lo lejos observamos un relieve montañoso, con pequeños valles, colinas y montañas muy verdes cubiertas de espesa vegetación.

El aspecto general de la ciudad y las zonas del país que posteriormente visitamos, nos revelan un país altamente educado y organizado, con un gran cuidado por la foresta y el medio ambiente, palpamos por doquier la sensibilidad de una aguda conciencia ecológica que se siembra en el ciudadano desde los primeros años de la escuela.

Lo que más nos llamo la atención fue observar que el gran avance tecnológico en la producción de bienes industrializados (televisores, hornos de microondas, radios, componentes de música, computadoras) productos químicos, junto a minerales y combustibles .el desarrollo de la alta tecnología industrial- no ha impedido que Korea exporte también, arroz, flores y animales vivos.

Visitando las plantas de la Daewoo, en la fabricación de carros, de la Samsung, en la fabricación de televisores, de la Daelin, para los motores y la Korea gases LTD, nos resulta muy interesante observar el sistema de robots construidos por ingenieros koreanos, operados por obreros altamente especializados, hacen realidad la salida en serie de varios miles de unidades de carros, que diariamente son exportados a todo el mundo. Caminando alrededor de las correas automáticas de la planta de producción, en medio de una explosiva lluvia de millones de diminutas partículas de fuego, producidas por las soldaduras que unen las piezas de los vehículos, los trabajadores se retiran a un descanso de 15 minutos, en estancias asignadas por áreas de trabajo a conversar y tomar te. Rodeada la planta de muchos árboles, parece una zona de reserva forestal más que una fábrica de automóviles, es el concepto que predomina en todas la grandes plantas industriales de los países desarrollados. Buscando armonizar la relación hombre- producción- naturaleza.