sábado, 10 de septiembre de 2016

ANA MARÍA MATUTE, EN LA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO 2016

Invitada especial Feria del Libro de Santo Domingo, 2016

Ana María Matute nació un 26 de julio en Barcelona, España. Con su familia vivió el horror de la guerra civil española, de ahí, que su obra literaria se origina desde un punto de vista de la vida, marcado por el pesimismo. La enajenación, la hipocresía, la desmoralización, y la malicia, son características que comúnmente describen la psicología de sus personajes que viven en medio de la maldad del mundo de los adultos, en contraste con la ingenuidad, ilusión y espontaneidad del universo de la infancia,

La violencia, el odio, la muerte, la miseria, la angustia y la extrema pobreza que siguieron a la guerra marcaron hondamente a su persona y a su narrativa. La de Matute es la infancia robada por el trauma de la guerra y las consecuencias psicológicas del conflicto, y la posguerra en la mentalidad de una niña, y una juventud marcada por la desesperanza, sentimiento que se refleja en sus primeras obras centradas en los "los niños asombrados" que veían muy a pesar suyo, los sinsentidos que les rodeaban.

En sus novelas, esta maestra del realismo literario trata muchos aspectos políticos, sociales y morales de la España del período de la posguerra, en una prosa frecuentemente lírica y práctica a la vez, en la cual, incorpora técnicas narrativas asociadas con la novela modernista y surrealista.

Con todas estas cualidades y talento literario, Matute es considerada una de las voces más personales de la literatura Española del siglo XX. Son famosas sus trilogías, obras literarias compuestas por tres novelas o cuentos que tienen a la vez características comunes y diferentes. Entre ellas: Historias de Artamila y la trilogía Los Mercaderes compuesta por: Primera memoria, Los soldados lloran de noche y La trampa.  En el siguiente fragmento de la novela Olvidado Rey Gudú (Editorial Espasa Narrativa 1996) una de sus obras más leídas, se aprecia su estilo realista que reproduce artísticamente los hechos para dar un retrato fiel y vital de los seres humanos, su carácter y su ambiente.

“Los hijos del Conde Olar heredaron la extraordinaria fuerza física, los ojos grises, el áspero cabello rojinegro y la humillante cortedad de piernas de su padre. Sikrosio, el primogénito, tenía más rojo el pelo, también eran mayores su fuerza y corpulencia, su destreza con la espada y su osadía. Por el contrario, de entre todos ellos, resultó el peor jinete, precisamente por culpa de aquellas piernas cortas, gruesas y ligeramente zambas que algunos, bien que a su espalda- tildaban de patas. Si hubo algún incauto o malintencionado que se atrevió a insinuarlo en su presencia, no deseó, no pudo, repetirlo jamás. Desde temprana edad, Sikrosio dejó bien sentado que no se trataba de una criatura tímida, paciente, ni escrupulosa en el trato con sus semejantes. Su valor y arrojo, tanto como su naturaleza, no conocían el desánimo, la enfermedad, la cobardía, la duda, el respeto, ni compasión. Pronunciaba estrictamente las palabras precisas para hacerse entender, y no solía escuchar, a no ser que se refiriesen a su persona o su caballo, lo que decían los otros. No detenía su pensamiento en cosa ajena a lances de guerra, escaramuzas o luchas vecinales y en general, a toda cháchara no relacionada con sus intereses. Cuando no peleaba, distribuía su jornada entre el cuidado de sus armas y montura, la caza, ciertos entretenimientos guerreros y placeres personales – no muy complicados estos, ni, en verdad, exigentes-.Era de natural alegre y ruidoso, y prodigaba con mucha más frecuencia la risa que la conversación. Sus carcajadas eran capaces de estremecer- según se decía- las entrañas de una roca. Amaba intensamente la vida- la suya, claro está- y procuraba sacarle todo el jugo y sustancia posible. A su modo, lo conseguía……Pero un día, Sikrosio conoció el terror. El terror nació de su recuerdo y culminaba en una profecía. El recuerdo le asaltaba inesperado, cada vez con más frecuencia, y llegó a amargar parte de su vida. La profecía- que vino mucho más tarde- la destruyó definitivamente….Y todo esto comenzó una mañana, apenas amanecía la primavera, junto al río Oser (….)”.[1]

La historia de Sikrosio se puede identificar con el desarrollo de una anécdota, esto es, el encadenamiento temporal y causal de las acciones que protagonizan los personajes. En cuanto al plano semántico se desarrolla el tema de la infancia. En Olvidado rey Gudú Ana María Matute logra llamar la atención sobre los significados mismos, o dicho de otra manera, utiliza una prosa narrativa, diáfana y descriptiva, gracias a una selección de palabras instrumentales y denotativas que logran materializar la función expresiva de la lengua. La que es propia de los textos literarios. Todo esto significa, que estamos ante una escritora, cuya finalidad radica en la construcción de un universo narrativo en sentido estricto, con múltiples personajes que responden a un número de funciones acordes a su aportación al desarrollo de la historia. En la obra de Matute los personajes se identifican con la fuerza fundamental generadora de la acción. En Historias de la Artamila (1961) tal asociación de                       

En el año 2000 Ana María Matute vino a Santo Domingo para participar en la Feria del Libro, asistiendo a varias actividades. En el marco de ese evento dictó una interesante conferencia sobre su obra que tuve la oportunidad de escuchar. A continuación transcribo un fragmento de la nota de prensa que divulgó la comisión de La Feria Nacional del libro 2000 con motivo de la visita de la laureada escritora española.

“El día estaba soleado y caluroso cuando Ana María Matute atravesó el umbral de la Feria del libro vestida con una falda azul de mar adornada con una colección de lunas llenas y una blusa con los últimos colores de la tarde. Eran las once y cuarenta y cinco. Sin abandonar por un segundo la conversación, que en ella es arte y magia, y forma de expresión, empezó a firmar sus libros, diciendo: “A mí me parece una gran cosa de esta feria la gran participación de niños y jóvenes. Ellos son el futuro. Ana María Matute, anda por el mundo con todos los reyes y mendigos a cuestas, con sus campesinos muertos de hambre y sus poderosos muertos de miseria. Son seres derrotados y signados por la imperfección de los actos humanos, habitando una novelas donde, a pesar de las circunstancias, está presente la esperanza. Su pelo esta poseído por la luna y bajo ese manto blanco que lo cubre  ha puesto a convivir dudas y certezas”.






[1] Matute, Ana María. Olvidado Rey Gudú. España: Editorial Espasa Narrativa. 3ª. ed. 1996. pp.17- 18.

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