Encontrándonos
en Italia hicimos una excursión encantadora. Visitamos Bocenago, antigua aldea rural enclavada en la parte oriental
de los Alpes, justo al borde de la majestuosa Cordillera Alpina.
Para llegar
allí, atravesamos la región de Lombardía, una de las más bellas de
Europa. Nunca olvidaré el contraste de colores, la vegetación en el
dorado otoño.
¡Que vista¡ cuando llega el final del día! La hora del atardecer, el poblado entre las montañas. Dejamos
escapar una exclamación de asombro ante la belleza del paisaje, los
enormes pinos y arces y el valle espeso que se extendía ante nosotros
hasta perderse de vista, en las inmensas cumbres heladas.
Los dolomitas
(Alpes italianos) contienen numerosos pasos que comunican con otras zonas
Alpinas de Europa, muy concurridas y populares, entre los esquiadores que
visitan estas regiones.
Montañas que articulan un paisaje de luces y sombras, las tonalidades azuladas de las nieves eternas se
reflejan en las calles de piedra, las pequeñas casas de madera enclavadas en lo
alto, hacen del pueblito de Bocenago un lugar mágico.
Llegamos -abrigo, bufanda, botas, y guantes en mano- nos dispusimos a dar un
paseo por los alrededores. Todo está cubierto de nieve, caminar por estos
bosques nos transportó a un cuento de hadas medieval.
Algo que llamó mucho mi atención fue apreciar la gran veneración que
sienten los Bocenaguenses por sus tradiciones. Año tras año, celebran un
festival que revive usos y costumbres ancestrales. Los que viven en
las grandes ciudades regresan a su lar natal para celebrar estas fiestas que conmemoran la historia fundacional del pueblo.
Se conservan antiguos oficios artesanales. Son famosos en la zona los abrigos tejidos en lana y el fino
encaje hecho a mano por tejedoras que heredan una tradición milenaria, que
reconoce y valora las formas artísticas del pasado en un contexto actual. Aún
perdura un patrimonio cultural milenario.
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