lunes, 15 de marzo de 2010

Taipei amanece en una suave neblina

Taipei al amanecer
Por Ingrid González de Rodríguez
Aterrizamos en el aeropuerto internacional de Taoyuan. Una tenue neblina envuelve la gran avenida en dirección al hotel Formosa Regent dónde nos alojamos esa noche. Observo las luces brillantes de los impresionantes rascacielos de Taipei, y el tenue sonido de la ciudad que amanece suavemente

Desde el ventanal miro hacia el parque que bordea el hotel y se llena de madrugadores que inician el día caminando y trotando en un entorno de grama muy verde rodeado de árboles, arbustos, flores, el parque es un canto a la naturaleza con apenas minúsculas calzadas de cemento, toda la naturaleza se vuelca en verdes tonalidades y pequeñas cascadas de agua y piedra.

El grupo formado por una delegación de prensa internacional que integran Carolina meléndez, Cindy Regidor, Luis Ordoñez, Eric Zalazar, Iván Leguizamón, Aida Levitan, Roberto Martínez, Y Roberto Wong, se reúne en la entrada del hotel y de ahí salimos a comer al Restaurant Shanghainesg, Grand Hi-Lai, con nuestros amables acompañantes y amigos del ministerio del servicio exterior de Taiwán, Carmen Tsai,Luis Chong y Tso Londi.

Degustamos una gastronomía exquisita que amalgama diversas sensaciones. La comida Taiwanesa es un baile de sabores que acentúa las delicias del paladar con el uso del jengibre, el jazmín, la cebolla, y una gran variedad de vegetales y delicadas hierbas como base, hacen de la comida china un arte que aglutina diversos estilos culinarios en una exquisita combinación de sabores, colores, y aromas. En esa comida tan particular se otorga un punto importante al contraste para obtener esos platos únicos y agradables a los sentidos, la combinación de los colores es muy importante para agradar a la vista en la cocina taiwanesa.

Después de almorzar nos dirigimos a visitar el templo de Confucio y el templo de Taoista de Pau An, verdaderos tesoros de la cultura oriental, ambos declarados por la UNESCO patrimonio de la humanidad. Una atmósfera mística y de gran religiosidad envuelve estos lugares de culto, con su característico y penetrante olor a incienso de rosas, las ofrendas de los creyentes, y un colorido brillante donde predominan el rojo, el color oro, y el amarillo, y las enseñanzas de un maestro en el idioma taiwanés antiguo, complementan ésta atmósfera tan particular que expone toda una filosofía de vida, un saber milenario, todo el universo de símbolos y valores que traducen la cultura de Taiwán.

1 comentario:

Cindy Regidor dijo...

Hola Ingrid, qué gusto encontrarte por acá. He leído varias de tus entradas en el blog y las he disfrutado mucho. Fue muy lindo haber compartido la aventura de conocer Taiwán al lado de un bonito grupo.

Saludos!