Dos fronteras naturales separan a Chile del resto del mundo, un país que se dibuja como una larga y estrecha faja de tierra que se extiende por más de 4, 000 kilómetros, entre los Andes y el Océano Pacífico.
Chile es, un país de contrastes, una tierra hermosa, un paraíso para los amantes de la naturaleza, que destaca también por su gran riqueza cultural.
Mezcla de español e indígena, las expresiones culturales aymaras, atacameñas, mapuches, y patagónicas, en fusión con los aportes de alemanes, italianos, ingleses, croatas, y árabes, conforman un sorprendente conjunto de tradiciones y expresiones humanas que dan su identidad al pueblo chileno.
Poco más de 18 millones de habitantes pueblan este país Austral, dividido geográficamente en tres zonas:
1) al oriente, la inmensa cordillera de los Andes con sus cumbres y nieves eternas; 2) al centro, amplios y fértiles valles agrícolas tapizados de viñas.
3) al poniente la cordillera de la costa con sus arrecifes y paisajes idílicos.
Aterrizamos en Santiago la capital de Chile, una extensa urbe al pie de los Andes donde vive la mayor parte de la población chilena, de inmediato nos fuimos a recorrer el centro histórico, un área donde se concentran los monumentos más significativos en su historia: La Plaza de Armas, el Palacio de la Moneda, el Teatro Municipal, la Iglesia de La Merced, el Museo de Bellas Artes, el pintoresco Mercado Central y el Cerro de Santa Lucía.
Al caminar, observamos el verdor de los parques y avenidas, así como la majestuosa arquitectura de los edificios clásicos y neoclásicos, Barrocos y Neobarrocos del Centro Histórico.
Al otro día, bordeamos el pacífico para llegar a Viña del Mar y Valparíso, dos hermosas ciudades marítimas de intenso aire poético y arquitectura romántica, auténtico canto a la libertad de creación. Ambas son un referente importante de la gran riqueza artística y cultural de Chile, un país representativo del alma y el corazón de latinoamérica.
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