Miguel de Unamuno (Bilbao,
1864 - Salamanca, 1936) Pensador, poeta, y ensayista español, produjo una obra
considerada como una de las primeras expresiones del pensamiento existencialista
europeo, que reflexiona sobre problemas filosófico- religiosos como la
inmortalidad y la relación entre la fe y la razón. Estudió filosofía y letras en la universidad de Madrid, época durante la
cual leyó a T. Carlyle, Herber Spencer, Friedrich Hegel y Karl Marx. Se doctoró
con la tesis “Crítica del problema sobre el origen y prehistoria de la raza
vasca” y poco después accedió a la cátedra de lengua y literatura griega en la
universidad de Salamanca, en la que desde 1901 fue rector y catedrático de historia
de la lengua castellana. Profundizó como pocos en las cuestiones éticas, sobre
todo en su idea básica de entender al hombre como "ente de carne y
hueso", y la vida como un fin en sí misma, ideas que se proyectaron en sus
escritos.
En su madurez, Unamuno confiesa
haber elaborado tres grandes obras filosóficas, de las cuales sitúa en primer
lugar, Del sentimiento trágico de la vida
en los hombres y en los pueblos (1911-1912), y ve este como miembro de una
trilogía junto con el ensayo La Agonía
del Cristianismo (1924), y con la novela filosófica San Manuel Bueno Mártir (1931). En realidad en su obra “Vida de Don Quijote y Sancho” escrita
en (1905) redacta en forma difusa todas las teorías cristalizadas en la
trilogía. En este célebre ensayo, expone la relación entre ambos personajes
cervantinos, que simbolizan la tensión que siempre hay entre lo ideal y lo
real.
Unamuno fue un gran cultor de la lengua
castellana. Trabajó gran variedad de géneros. En su época literaria se exigián
al autor unos rígidos cánones de estilo a la hora de escribir y publicar una
novela, como por ejmplo, una temática particular, líneas de tiempo y acción
específica, una especie de patrón no escrito pero aceptado por todos. Esto
suponía una retricción a la libertad creadora. La solución de Unamuno fue
inventar un nuevo género literario, al que llamó “Nivola”, de esta forma no
podría recibir crítica alguna en lo referente a reglas de estética o
composición, pues solo se debía atener a las reglas que el mismo había diseñado
para su nuevo género. De ello deja constancia en “Niebla” (1914), en el
capítulo XVII:
-¿y cuál es su algumento, si se puede saber? -mi novela no
tiene argumento, o mejor dicho, será el que vaya saliendo. “El argumento se
hace él solo”. Afirmó.
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