La Sebastiana es la casa que Pablo Neruda soñó en Valparaíso. La visité hace varios años quedando atrapada en su magia… Ahora tuve la alegría de volver a este hermoso lugar, y caminar por los espacios que fueron testigo de la vida del poeta, quien expresó al restaurarla: “Siento el cansancio de Santiago. Quiero hallar en Valparaíso una casita para vivir y escribir tranquilo. Tiene que poseer algunas condiciones: No puede estar ni muy arriba ni muy abajo. Debe ser solitaria, pero no en exceso. Original pero no incómoda. Muy alada, pero firme. Ni muy grande ni muy chica, lejos de todo, pero con comercio cerca. Además tiene que ser muy barata. ¿Crees que podré encontrar una casa así en Valparaíso?”. Preguntó en una ocasión a sus amigos a sus amigos Francisco Velasco y María Montaner.
La casa cuenta con varias habitaciones y una inusitada originalidad que llamó poderosamente mi atención, al igual que su descripción en palabras del autor de "El viento en la Isla".
“Valparaíso me usurpo, me sometió a su dominio, a su disparate. Valparaíso es un montón, un racimo de casas locas. El mar es aquí el cielo, y la tierra entra por las puertas, por las ventanas, por los cerrojos y me invade”.
“La Sebastiana es una casa singular, ubicada en lo alto de un Cerro. Su historia cuenta que estuvo mucho tiempo sin dueño y sin terminar hasta que el poeta la rescató de los vientos y el invierno marino, inaugurándola con sus amigos el 19 de septiembre de 1961. Para Neruda fue la casa de las fiestas de Año Nuevo en el Puerto, mirando los barcos y fuegos artificiales, con mucho “conquetelón”, cóctel que el mismo preparaba vestido de Barman con chaqueta roja y bigotito de corcho quemado”.
Con sus 5 pisos, esta casa posee una vista excepcional a la bahía de Valparaíso y sus cerros. La Fundación Pablo Neruda, logró reconstruirla peldaño a peldaño, abriéndola al público como museo en enero de 1992. Es un lugar muy hermoso y emblemático, donde acuden visitantes procedentes de los cinco continentes.
Dedicatoria del poeta
Yo construí la casa.
La hice primero de aire.
Luego subí en el aire la bandera y la dejé colgada del firmamento, de la estrella, de la claridad y de la oscuridad.
Cemento, hierro, vidrio,
eran la fábula,
valían más que el trigo y como el oro,
había que buscar y qué vender.
Y así llegó un camión:
Bajaron sacos y más sacos,
la torre se agarró a la tierra dura -pero no basta, dijo el constructor, falta cemento, vidrio, fierro, puertas- y no dormí en la noche. (P. Neruda. Fragmento).
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